05/08 Pamukkale-Hierapolis-Éfeso-Esmirna (280 km)
15/08/22 13:20
Hoy tenemos dos visitas interesantes: el dúo Pamukkale-Hierápolis y las ruinas de Éfeso. Se espera mucho calor, por eso comenzamos la visita a las 7:00. Parece pronto ¿no? Pues aún así yo sudé de lo lindo.
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Vamos a lo que vamos, el nombre Pamukkale procede de Pamuk + kale, y significa "Castillo de algodón" (¿no os suena de las etiquetas 100% Pamuk?). La ciudad se llama así porque tiene unas cascadas de piscinas calcáreas naturales procedentes de fuentes termales, mirad las fotos y me decís luego.
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Sé que estáis echando de menos a Nieves y a Manolo Jr en estas fotos. Es que resulta que a las piscinas solo se puede acceder descalzo, y la parte de arriba está muy compactada y con formas no precisamente suaves. Consecuencia: las personas con pies sensibles lo pasan bastante mal en la primera parte y, de hecho, muchos se quedan por el principio, como se puede ver al fondo en la foto selfie de abajo. Sin embargo, el hecho de quedarse arriba les dio la oportunidad de descubrir otras vistas de interés, como se ve en la segunda. La tercera está tomada desde la entrada.
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Una vez vistas las cascadas, nos tomamos unas granizadas a las 8:45. Ya repuestos proseguimos visita: la otra parte del conjunto patrimonial es la ciudad de Hierápolis, fundada el 180 a.C. y, desde entonces, varias veces destruida por terremotos y reconstruida. El terremoto de 1354 certificó el fin de la ciudad. En conclusión, lo que queda son unas cuantas ruinas y tres necrópolis con miles de tumbas.

Desde el punto de vista turístico, de Hierápolis lo único que merece la pena es llegarse al teatro romano y visitar el museo arqueológico, donde se ha reunido lo (poquito) que se ha podido recuperar. Arriba he puesto un par de vistas interesantes y termino este párrafo indicando que la UNESCO incluyó el conjunto Pamukkale-Hierápolis como Patrimonio de la Humanidad en 1988.
No tomé nota de dónde paramos para comer, fue en un buffet libre, sentados en un jardincito a la sombra de los árboles, donde comimos estupendamente y sin prisas (igual influyó el hecho de que los padres del guía vinieron a comer con él). Creo recordar que era una antigua estación de tren o algo parecido, ver foto abajo; en cualquier caso, lo pasamos bastante bien. Hablando de cosas de picar, los niños quisieron probar una bolsa de Doritos a la Turca (que son exactamente igual a los normales salvo la bolsa, véase foto).

¿Ya listos? Pues nos vamos a Éfeso, en quince o veinte minutos estamos allí. ¡Qué me gustó oír esas palabras!
¿Que os suena Éfeso y no sabéis por qué? Puede ser por varios motivos:
(1) por la Epístola de Pablo a los Efesios (es decir, a los habitantes de Éfeso) que aparece en el Nuevo Testamento;
(2) por Heráclito de Éfeso (los que estudiaron filosofía recordarán el "no es posible bañarse dos veces en el mismo río" o, lo que es lo mismo, el Πάντα ῥεῖ, Panta rei, o "Τodo fluye");
(3) por la palabra adefesio, que nuestro diccionario de la RAE nos indica que procede del latín "ad Ephesios" en referencia a la epístola de San Pablo y se refiere a las penalidades que pasó el santo en Éfeso durante su predicación. Fin de la clase.
Nuestro objetivo en Éfeso es visitar su sitio arqueológico, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2015. Entre los restos destaca su teatro, el templo de Adriano y la biblioteca de Celso. Ahí abajo veis una panorámica de las gradas, capaces de albergar a 25000 personas, sí 25000.

La biblioteca de Celso fue la tercera mayor biblioteca de la antigüedad, tras la de Alejandría (y sus montañas de papiros) y la de Pérgamo (donde no se usaban papiros, sino pergaminos). En la actualidad se conserva su portada, parcialmente reconstruida por el arqueólogo alemán Volker Michael Strocka, de ahí que los carteles informativos solo estuvieran en turco y en alemán.
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Arriba he incluido detalles con algunas de las estatuas que hay en la fachada: Episteme (Conocimiento), Sofía (Sabiduría), Areté (Excelencia), casi como los lemas de nuestra reforma educativa. Como habréis imaginado, ΚΕΛΣΟΥ es Celso, en honor a Tiberio Julio Celso Polemeano (Celso para los amigos) procónsul de Asia Menor que financió la construcción de la biblioteca, de ahí su nombre.
El sitio está lleno de cositas interesantes, una de ellas es la representación de la diosa de la victoria, Niké, de donde se dice que la marca deportiva se inspiró para su logo. Otras fuentes indican que el logo está inspirado en una de sus alas según la versión de la Victoria de Samotracia (que está en el Louvre), pero como estamos hablando de mi viaje, yo me quedo con la primera explicación.
Como queda un hueco, no puedo dejar de poner una imagen de las letrinas comunitarias.
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Resulta curioso recordar que esta ciudad fue famosa por su puerto de mar, a pesar de que en la actualidad se encuentra a 8 km de la orilla por la sedimentación del río Caístro.
Cierro esta visita con otras fotos en la que también aparecemos nosotros, no todo va a ser arte. Por orden, el Templo de Adriano, Biblioteca de Celso, Odeón y la calle Curetes (con suelo de mármol, ahí es nada).
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Dejamos Éfeso y nos dirigimos a Esmirna, donde llegaremos por la tarde y haremos noche. En el trayecto, el guía nos lleva amablemente a una tienda de artículos de piel (sí, estaba en el programa) que, por supuesto, no me interesó en lo más mínimo. En todo caso, hay que reconocer que la presentación que hicieron estuvo interesante, pues organizaron un minidesfile de modelos para el que también sacaron a tres "voluntarios" de nuestro grupo.
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Llegamos a Esmirna un poco más tarde de lo previsto debido a un atasco por un accidente, cenamos, y Nieves y yo salimos a tomar una copa al puerto en un grupito de 10 o 12 personas (tengo que añadir que ninguno de los más jóvenes accedió a dejar el hotel, el Kaya Prestige, un hotel de ciudad sin más).



Vamos a lo que vamos, el nombre Pamukkale procede de Pamuk + kale, y significa "Castillo de algodón" (¿no os suena de las etiquetas 100% Pamuk?). La ciudad se llama así porque tiene unas cascadas de piscinas calcáreas naturales procedentes de fuentes termales, mirad las fotos y me decís luego.




Sé que estáis echando de menos a Nieves y a Manolo Jr en estas fotos. Es que resulta que a las piscinas solo se puede acceder descalzo, y la parte de arriba está muy compactada y con formas no precisamente suaves. Consecuencia: las personas con pies sensibles lo pasan bastante mal en la primera parte y, de hecho, muchos se quedan por el principio, como se puede ver al fondo en la foto selfie de abajo. Sin embargo, el hecho de quedarse arriba les dio la oportunidad de descubrir otras vistas de interés, como se ve en la segunda. La tercera está tomada desde la entrada.
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Una vez vistas las cascadas, nos tomamos unas granizadas a las 8:45. Ya repuestos proseguimos visita: la otra parte del conjunto patrimonial es la ciudad de Hierápolis, fundada el 180 a.C. y, desde entonces, varias veces destruida por terremotos y reconstruida. El terremoto de 1354 certificó el fin de la ciudad. En conclusión, lo que queda son unas cuantas ruinas y tres necrópolis con miles de tumbas.



Desde el punto de vista turístico, de Hierápolis lo único que merece la pena es llegarse al teatro romano y visitar el museo arqueológico, donde se ha reunido lo (poquito) que se ha podido recuperar. Arriba he puesto un par de vistas interesantes y termino este párrafo indicando que la UNESCO incluyó el conjunto Pamukkale-Hierápolis como Patrimonio de la Humanidad en 1988.
No tomé nota de dónde paramos para comer, fue en un buffet libre, sentados en un jardincito a la sombra de los árboles, donde comimos estupendamente y sin prisas (igual influyó el hecho de que los padres del guía vinieron a comer con él). Creo recordar que era una antigua estación de tren o algo parecido, ver foto abajo; en cualquier caso, lo pasamos bastante bien. Hablando de cosas de picar, los niños quisieron probar una bolsa de Doritos a la Turca (que son exactamente igual a los normales salvo la bolsa, véase foto).


¿Ya listos? Pues nos vamos a Éfeso, en quince o veinte minutos estamos allí. ¡Qué me gustó oír esas palabras!
¿Que os suena Éfeso y no sabéis por qué? Puede ser por varios motivos:
(1) por la Epístola de Pablo a los Efesios (es decir, a los habitantes de Éfeso) que aparece en el Nuevo Testamento;
(2) por Heráclito de Éfeso (los que estudiaron filosofía recordarán el "no es posible bañarse dos veces en el mismo río" o, lo que es lo mismo, el Πάντα ῥεῖ, Panta rei, o "Τodo fluye");
(3) por la palabra adefesio, que nuestro diccionario de la RAE nos indica que procede del latín "ad Ephesios" en referencia a la epístola de San Pablo y se refiere a las penalidades que pasó el santo en Éfeso durante su predicación. Fin de la clase.
Nuestro objetivo en Éfeso es visitar su sitio arqueológico, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 2015. Entre los restos destaca su teatro, el templo de Adriano y la biblioteca de Celso. Ahí abajo veis una panorámica de las gradas, capaces de albergar a 25000 personas, sí 25000.

La biblioteca de Celso fue la tercera mayor biblioteca de la antigüedad, tras la de Alejandría (y sus montañas de papiros) y la de Pérgamo (donde no se usaban papiros, sino pergaminos). En la actualidad se conserva su portada, parcialmente reconstruida por el arqueólogo alemán Volker Michael Strocka, de ahí que los carteles informativos solo estuvieran en turco y en alemán.




Arriba he incluido detalles con algunas de las estatuas que hay en la fachada: Episteme (Conocimiento), Sofía (Sabiduría), Areté (Excelencia), casi como los lemas de nuestra reforma educativa. Como habréis imaginado, ΚΕΛΣΟΥ es Celso, en honor a Tiberio Julio Celso Polemeano (Celso para los amigos) procónsul de Asia Menor que financió la construcción de la biblioteca, de ahí su nombre.
El sitio está lleno de cositas interesantes, una de ellas es la representación de la diosa de la victoria, Niké, de donde se dice que la marca deportiva se inspiró para su logo. Otras fuentes indican que el logo está inspirado en una de sus alas según la versión de la Victoria de Samotracia (que está en el Louvre), pero como estamos hablando de mi viaje, yo me quedo con la primera explicación.
Como queda un hueco, no puedo dejar de poner una imagen de las letrinas comunitarias.



Resulta curioso recordar que esta ciudad fue famosa por su puerto de mar, a pesar de que en la actualidad se encuentra a 8 km de la orilla por la sedimentación del río Caístro.
Cierro esta visita con otras fotos en la que también aparecemos nosotros, no todo va a ser arte. Por orden, el Templo de Adriano, Biblioteca de Celso, Odeón y la calle Curetes (con suelo de mármol, ahí es nada).




Dejamos Éfeso y nos dirigimos a Esmirna, donde llegaremos por la tarde y haremos noche. En el trayecto, el guía nos lleva amablemente a una tienda de artículos de piel (sí, estaba en el programa) que, por supuesto, no me interesó en lo más mínimo. En todo caso, hay que reconocer que la presentación que hicieron estuvo interesante, pues organizaron un minidesfile de modelos para el que también sacaron a tres "voluntarios" de nuestro grupo.

Llegamos a Esmirna un poco más tarde de lo previsto debido a un atasco por un accidente, cenamos, y Nieves y yo salimos a tomar una copa al puerto en un grupito de 10 o 12 personas (tengo que añadir que ninguno de los más jóvenes accedió a dejar el hotel, el Kaya Prestige, un hotel de ciudad sin más).